sábado, 31 de mayo de 2008

Todo pasa y todo queda

Después de repetidas y variadas disculpas, Adam me ha pedido volver a su lado. No le he dado ninguna respuesta aún. Después de la última vez que conversamos, muchos ánimos se aligeraron, y al menos ya nos hablamos. Sin embargo, aún no es tiempo de volver. Y para ello tengo 10 razones:
  1. Aún me retuerzo de rabia y lloro con decepción cuando recuerdo lo que hizo Adam. Aún analizo la situación detalle por detalle, y me torturo con cada nimiedad del hecho, desde si abrió alguna puerta para que ella pasara o jaló su silla para que se siente, hasta la forma en que tomó su mano para sacarla a bailar. O como la miró toda la noche. O como tan siquiera se le ocurrió estar ahí, así, con ella.

  2. La impresión que tengo de Adam es muy distinta a la que tenía antes. Todo ha cambiado, ya no lo veo igual. Siento que ya no lo conozco, siento que estaría con una persona llena de sorpresas, lamentablemente no todas buenas. Después de tantos años juntos pensando que ya sabía todo de él (o al menos lo básico), me he llevado la sorpresa de mi vida al descubrir que hay más de lo que yo había apreciado hasta el momento. Me atrevo a decir que ahora ya no lo tengo en alto como antes, sino muy muy muuuuuy por debajo.

  3. No soy la única con una pobre opinión de Adam. Mi familia, amigos, gente muy querida cuya opinión siempre he valorado y apreciado han afirmado hasta la fecha que apoyarían mi decisión de volver con Adam si ese fuera el caso. Sin embargo sé que me enfrentaría a una secreta recriminación, y a un discreto "Te lo dije" en caso las cosas no volvieran a funcionar.

  4. La forma en que nos estábamos llevando es un mal precedente al problema. Ultimamente las cosas no estaban funcionando entre Adam y yo. Tal vez era yo, pero la verdad no me sentía 100% satisfecha como me habría sentido alguna vez durante nuestra historia juntos (tal vez Adam tampoco y de ahí derivó todo lo demás). Muchas veces este blog sirvió a manera de catarsis, muchas otras sollozé en silencio. Mi amor por Adam se basaba en respeto que le tenía como persona y como hombre, y era lo que me unía a él, a pesar de los desacuerdos. Volver con Adam significaría volver a una situación que de por sí no me tenía contenta, y que tendría ahora agregada esta mala experiencia.

  5. Aún tengo mil dudas por resolver, mil preguntas que ya no quiero preguntar y que Adam probablemente ya no quiera contestar de nuevo, aún siento que debo aprender sola a superar todo, porque este tema me tiene agotada, me desconcentra, me desvela y saca lo peor de mí. Aún culpo a Adam por haberme convertido en este ser inestable y antipático, junto a quien nadie quiere estar.

  6. Aún no he aprendido a valerme por mí misma. Adam aún me hace falta. Aunque suene contradictorio, solo podré volver con Adam el día que aprenda a estar bien sin él. Será mi única defensa ante otra posible ruptura de corazón. Será un error que habré aprendido a ya no cometer: amar demasiado. Y ya no me recriminaré por haber cedido tan pronto.

  7. Recién ha pasado un mes. Lo que Adam hizo merece un tiempo de pausa más largo. Ya lo sé, suena ridículo, estúpido, femeninamente idiota, pero realmente no siento que ya sea tiempo de volver. Y no es que espere que Adam expíe culpas con un prolongado sufrimiento (aunque así lo parezca), lo que sí deseo es que llegue a comprender qué tan hasta las patas me hizo sentir, y eso toma tiempo. Quiero que Adam aprenda las lecciones correctas de esto: que sepa que esto no se hace a quien se ama, que sepa cuánto me lastimó y por qué, que sepa lo que espero de él, que sepa que no habrá una tercera oportunidad.

  8. Ya no admiro a Adam. Ya no lo creo mi superhéroe. Ya no confío en él. Ya no es mi ser especial, mi especie en extinción como una vez lo llamó mi papá. Ahora es un ser común, un hombre como otros. Nunca he amado a un hombre así.

  9. ¿Y qué si vuelve a pasar? Es la duda más fuerte de todas... ¿Me enteraría un año y medio después? ¿O habría aprendido Adam para ese entonces a ocultarse aún mejor?

  10. Muchas cosas han perdido su valor para mí desde que esta bomba explotó. Los chistes de infieles ya no tienen gracia, y el número 22 dejó de ser motivo de secreta sonrisa. Ya no me parece simpáticamente tolerable la atracción de Adam por las gringas, ahora odio el color naranja y todo lo que tenga que ver con Holanda o con karaoke bars. Cuando escucho canciones de amor, cambio de estación, ahora solo comprendo las letras de canciones agrias y amargadas. Ya no soy capaz de dar la vida por él, como antes sin dudarlo lo habría hecho, hasta he llegado a pensar que ya no lo amo. O que tal vez no era el hombre de mi vida después de todo. Que durante años, el amor me tapó peligrosamente los ojos hasta acercarme a un precipicio. Y caí.
Volver con Adam sería vivir en una relación de pesadilla. Simplemente, ya no sería lo mismo. El lo sabe y al parecer está dispuesto a vivir con ello, pero yo no. Faltando pocas horas, ruego por que mayo termine pronto.

0 muestras de empatía: