martes, 29 de julio de 2008

Viviendo en Seattle Grace

Para aquellos que son fieles seguidores (como yo) de Grey's Anatomy, la historia de Meredith y McDreamy les ha de ser familiar. Llendo y viniendo, juntos y separados, de lejos y de cerca, ese par se ama y a pesar de los roches en los que siempre se ven envueltos, no reparan en demostrarlo. Recordarán entonces el capítulo al que hice referencia en el post anterior, así como el que estoy a punto de mencionar:


Necesito a Adam. Lo necesito en mi vida. Ahora más que nunca necesito fuerzas, porque justo cuando uno piensa que las cosas no podrían estar peor, la vida te golpea en la cara tan rápido que ni sabes con qué te dio. Y es ahí cuando lo trascendental se hace imprescindible.

Necesito a Adam porque, con esto que se me viene, sin él no voy a poder seguir. Y no porque sea débil, aunque en parte sé que lo soy, sino porque seré más fuerte con él. Sí, es cierto, me falló, me jodió el cerebro probablemente de por vida, y fue por él que pasé los tres peores meses de mi existencia, pero estoy cansada, agotada de odiarlo, y ya no lo quiero hacer más.

Porque lo amo... sí, lo amo. Y porque me ama... digamos que necesito creerlo ahora. Quién sabe si nuestra McHistoria se vuelva McDramática, y con el McTiempo me de cuenta de que cometí un McError al volver con él, o al contrario, la McVida me demuestre que nos pertenecemos el McUno al McOtro... por ahora quiero vivir el presente, día a día ver como sigue a mi lado, dar de ese amor que pido y recibirlo. Adam y yo estamos juntos de nuevo. Y honestamente, estoy McFeliz!

viernes, 25 de julio de 2008

Un cafecito?

Adam se ha desvanecido del panorama. Para bien o para mal, no lo sé, he sido bendecida con una agenda demasiado apretada en los últimos días como para darme cuenta de algún tipo de potencial miseria. Ahora me culpa desde lejos por tratar de seguir adelante... qué frescura! Me recuerda a un capítulo de Grey's Anatomy... "You don't get to call me a whore"... muy buen discurso.

"No tienes derecho a llamarme perra. Cuando te conocí pensé que había encontrado a la persona con la cual iba a pasar el resto de mi vida. Estaba lista, así que todos los chicos y los bares y los asuntos con papá... a quién le importaban? porque estaba lista. Tú me dejaste. Tú escogiste a Addison. Y ahora estoy arreglada otra vez. No me disculpo por cómo yo escogí reparada lo que tú quebraste. No tienes derecho a llamarme perra".

Wow!

Recibí una llamada el día de hoy... Félix, un antiguo cliente. Y no, no llamaba por negocios. Quería tomarse un café. Afortunadamente, tenía una torre de datos esperando ser ingresados en la computadora lo más pronto posible. Digo afortunadamente, porque no tuve que enfrentarme ante la disyuntiva de decir que sí o que no. Decidimos dejarlo para otro día... pronto, pues volverá a Lima en una semana. Llegadas mis vacaciones, me veo con más tiempo libre en las manos del que quisiera. Como buena cobarde, espero estar gravísimamente enferma el día en que Félix vuelva a llamar.

Empezar de cero es tan difícil! sobre todo cuando llevaba años en el diez. Es imposible excluir a Adam del inevitable análisis de consecuencias de salir con otra persona, es muy difícil pensar en alguien nuevo sin compararlo con él. Así se trate de un hombre serio, 11 años mayor que yo (!), maduro y con las metas claras, educado, amable, todo un caballero, así sea bien parecido, encaminado, a quien conozco desde hace ya buen tiempo y con quien siempre he tenido una relación respetuosa y profesional... así sea el rey del mundo... no es Adam.

Pero bueno, no exageremos, Félix solo quiere tomarse un café conmigo... la gente hace eso, no?

lunes, 21 de julio de 2008

Volviendo a cero

Ok, no resultó. A tan solo una semana de haber vuelto con Adam, las cosas tomaron color hormiga otra vez. Tal vez sea momento de aceptar la verdad y darme cuenta que en realidad ya se jodió todo. No lo sé.

Todo parecía ir super bien. Adam estaba de vacaciones, por lo tanto tenía tiempo (y lógicamente, ganas) de estar de lo más atento conmigo. Me iba a ver a la salida del trabajo (cosa que no hacía desde los tiempos en la universidad) y se quedaba a mi lado toda la tarde, conversando, bromeando, toconeando, y repitiendo una y otra vez cuánta falta le había hecho. Aparentemente las cosas se proyectaban de manera positiva.

Hasta que un viernes quedamos en ir a ver una película. Por alguna razón, el hecho de que llegara a verme cuarenta y siete minutos después de la hora acordada se vio relacionado con el que me había engañado. De alguna manera, el hacerse tarde terminó significando falta de interés y exceso de seguridad en nuestra relación, lo cual también habían sido causa de su infidelidad. La película se jodió, de nada valió que hubiera pasado meses esperándola, mi mal humor la convirtió en un bodrio y la cita se fue a la mierda.

Al día siguiente, dispuesta a no dejarme vencer por rencores, lo llamé. Pasamos la tarde juntos, y quedamos en vernos en la noche. Intentamos pasar una velada romántica en un costoso cuarto de hotel, pero nada, el tema volvió a surgir, volvimos a pelear, ambos dijimos estar hartos, ambos admitimos no poder seguir así, ambos reconocimos que todo se estaba llendo al tacho, ambos nos mandamos al carajo, y ambos nos fuimos a dormir enojados, llorosos, decepcionados, desesperanzados, impotentes, y arrechos.

Y ahí quedó todo. El domingo hablamos... perdón, peleamos por teléfono, tratamos de darnos una tregua, pero al parecer no era algo que nos fuera a satisfacer. Con los orgullos heridos, ambos esperábamos que el otro diera su brazo a torcer y fuera el primero en manifestar sus deseos de seguir adelante y olvidarnos de pleitos, pero ese mismo orgullo impidió que alguno lo hiciera y con eso murió el payaso.

Como dicen en Condorito: Plop!

sábado, 12 de julio de 2008

La insoportable levedad del ser

Soy una buena chica y siempre lo he sido. Soy buena hija, de las que raramente provocan dolores de cabeza a sus padres y siempre llegan a la hora que se les indica. Soy buena hermana, de las que joden y revientan la paciencia, pero que dejan notar que en casos importantes estarán ahí. Soy independiente, soy sencilla, y casi siempre tengo buen humor.

Soy la mejor de las amigas. Soy capaz de defender con garras a quien lastime a una de las personas que amo y aprecio, y en más de una ocasión lo he hecho. Siempre escucho a quien lo necesite, y soy la mejor en dar consejos. Cuando alguien necesita de mi ayuda, soy la primera con quien pueden contar. Soy del tipo de amigas que se queda despierta contigo hasta las tres de la mañana granputeando al perdedor que te hizo sufrir y planeando la mejor manera de destruirlo sin que se entere.

Soy de aquellas personas que dicen la verdad con el tino necesario para que suene a mentira y no ofenda. Soy quien te dice que el vestido es bonito, pero que a ti te va algo mejor y te muestra otro. Soy de las que susurran las verdades incómodas y gritan a los cuatro vientos aquellas de las que debes estar orgullosa. Soy el mejor remedio para la baja estima; en mi opinión, todos tienen algo bueno.

Sonrío mucho, me encanta sonreir, y no me preocupa que quien me vea caminando no sepa por qué sonrío. Soy aquella que se ríe demasiado de un chiste bueno, y que hace que uno tonto se vuelve hilarante con solo poner cara de "no entiendo". Soy una inútil para contar chistes, pero soy capaz de convencer en un minuto a alguien para que lo haga.

Soy sensible ante el dolor ajeno, cada rostro sin esperanza en la calle me conmueve hasta los huesos, mucho más si es de un niño o de un anciano. Hace años dejé de ver las noticias porque me hacen llorar de impotencia y rabia. Recogí a mis perros de la calle, y detesto a quienes discriminan las razas en cualquier especie. Me encantaría tener un papagallo, pero me dolería verlo encerrado en mi casa en vez de volando por ahí.

Cuando me enamoro, lo hago hasta la médula espinal. Y después de tres meses de merecido desfogue, soy capaz de perdonar el error más infame.

lunes, 7 de julio de 2008

Querido Dios:

Sé que piensas que no existo, porque nunca me acerco a ti ni hablo contigo, pero aquí estoy ahora, esperando que recuerdes que una vez fuimos patas, y que hubo un tiempo en que me mirabas con encanto por lo perfecta e inocente que era. Esos tiempos han quedado atrás, y mil excusas vinieron para alejarme de ti de a pocos, sin embargo hoy te necesito, y aunque crees que lo sabes todo, no, no te busco para lo que supones.

Sabes por lo que estoy pasando, y lo sabes porque muchas veces, mientras lloraba, pronuncié tu nombre. Y sé que me escuchaste. Sabes que he tratado de vivir la ilusión de satisfacerme con una amistad que solo logra recordarme lo que un día tuve, sabes que he intentado una y otra vez convencerme a mí misma de que estoy bien, sabes que me he mordido los labios en público en más de una ocasión para no soltar el llanto, y frente a él más de una vez para no besarlo. Sabes que he flaqueado en sus brazos sin querer, o tal vez queriendo, y que después de haber cerrado los ojos ante el presente, el pasado me ha jalado a la tierra de un sopetón, como si fuera yo quien no tiene derecho ahora a seguir adelante. Lo sabes, sabes todo, pero no sabes lo que te voy a pedir.

No quiero que borres el pasado, sé que es imposible, y sería inútil, pues estaría desperdiciando una oportunidad de aprender a crecer. No quiero que me hagas olvidar lo sucedido, eso también borraría lo aprendido y me pasaría el resto de mi vida tratando de averiguar qué iba en esa laguna mental que quedaría, y créeme, eventualmente sabría qué. No quiero que fulmines a nadie con un rayo, mucho menos a ella, y tampoco a él... bueno, si quieres a ella. Tampoco quiero que se le caiga el pene a nadie, perdería el chance de amenazarlo con un buen corte y divertirme con su cara de trauma. Y no, no quiero que me conviertas en una rubia tetona, estúpida y muda, dueña de una fábrica de cerveza, adicta al fútbol y al sexo experimental, que dice que sí a todo y jamás se queja, osea, la mujer ideal a la cual nunca ningún hombre pondría los cuernos (o tal vez sí... quién los entiende!).

Lo que quiero es ser fuerte. Quiero dejar de pensar que fui poco para Adam y por eso buscó a alguien diferente a mí. Quiero creerle cuando me diga que está arrepentido. Quiero confiar en que jamás... JAMÁS lo volverá a hacer. Quiero ser capaz de seguir adelante sola en caso no funcione. Quiero poder decirle que no a los pensamientos negativos cuando se acerquen. Quiero abrazar a Adam sin sentir que le estoy faltando a mis principios (estúpidos principios). Quiero que los recuerdos ya no me afecten. Quiero mirar al mundo, mi mundo, a través de tus ojos, pues solo tú sabes qué hay ahí. Quiero disfrutar sus besos como antes. Quiero perdonar y dejar todo atrás.

A cambio te prometo no hacer que mis perros esperen a que hayan cortes comerciales para darles de comer cuando tengan hambre, no burlarme de las personas que hablan chistoso, no robarme los cigarros de mi hermano... ok, ok, dejar de fumar, y no comerme dos porciones de causa en vez de solo una.

Amén.