He pensado mucho en lo que sucedió. Esta situación me ha abierto los ojos en un millón de formas, y por eso te lo agradezco, porque incluso en los casos más arrebatados no dejas de enseñarme algo. He analizado lo ocurrido de todas las maneras posibles, evaluando cada punto de vista existente. Y todas me llevan a la misma conclusión... te perdono, pero ya no seremos los de antes.
Permíteme primero ser sincera contigo: me decepcionaste. Me defraudaste. Cambiaste la imagen que tenía de ti, enmarcada en pan de oro y colgando de la pared principal de mi corazón. Pero si he decidido perdonarte no es por ti, sino por mí. Porque quiero seguir adelante sin ningún ardor en el pecho que me pida desquitármelas con alguien. Por mi propia paz mental. Porque sé que algún día necesitaré usar mi corazón de nuevo, y todo roto como está no podrá servirme. Porque necesito empezar a sanar.
Voy a contarte algo que ya sabías: de todas las personas que había conocido a lo largo de mi vida, tú fuiste quien me impresionó más. Y ojo, que no estoy hablando de gente con la que haya estado románticamente involucrada, estoy hablando de mi mundo en general, y eso es bastante. Siempre proclamé ante el resto lo especial que eras, no como pareja, ya que eso te encerraría en el supuesto afirmado por una chica enamorada, sino como persona, como hombre, como ser humano. Tu sinceridad, tu transparencia, tu fidelidad a tus principios y tu prudencia eran virtudes que yo admiraba en ti por ser alguien que te conocía, y no necesariamente por ser alguien que te amaba. Esas cualidades tuyas me daban seguridad, pues sentía que, sumadas a los sentimientos que nos unían, eran tu salvaguarda contra flaquezas y tentaciones. Siempre pensé que tú eras el fuerte y yo la débil, que tú eras capaz de salir bien parado de cualquier situación, mientras que era yo quien necesitaba ayuda para avanzar, que tú sabías cómo actuar dentro de una relación como la nuestra, mientras que yo tenía que meter la pata en algo antes de aprender la lección. Bajo tu lema "no hacer lo que no quisieras que te hagan" tenía la certeza de que mi corazón estaba protegido de romperse y que jamás me mentirías. Me equivoqué.
Ahora sé que no eres tan fuerte como pensé. Sé que las tentaciones son capaces de hacer tambalear esa base moral tuya que yo creía tan sólida, así como tu amor. Y también sé que sí eres capaz de mentir, y de asegurarte de no ser descubierto, de elaborar el más preciso ardid para que la verdad no salga a la luz, y vivir tranquilo con ello. Ahora sé que hice mal en confiar tanto en ti.
Dicen que en una relación, todo lo que pase es culpa de los dos. ¡Qué mierda más conveniente! En fin... supongo que en algún punto dejamos de ser esa pareja especial y distinta a las otras que siempre creí que fuimos y no lo vi. Juntos éramos inmortales, inquebrantables, inseparables, eternos... en algún momento de nuestra historia dejamos de serlo, y todo se hizo más fácil para que ocurriera lo que ocurrió. Aún sigo tratando de comprender qué es lo que pasó por tu cabeza en ese momento. En el antes, el durante y en el largo después. Qué te motivó a aceptar, qué te motivó a hacer todo lo que hiciste esa noche, y qué te motivó a ocultarlo. Tengo miles de suposiciones en mi cabeza, desde las más maliciosas hasta las más cándidas, pero supongo que ninguna importa ahora.
Recuerdo haber sentido algo extraño el año pasado, mi intuición femenina (la cual durante años dudé tener) me decía que algo no estaba bien, pero no le presté atención, ojalá lo hubiera hecho en ese entonces, tal vez si hubiera averiguado algo, o te hubiera hecho hablar, todo habría sido menos difícil. Ahora entiendo que tu conciencia te llevó ese año a hacerme pasar el mejor verano de nuestras vidas: paseos a la playa, solos y con amigos, cenas románticas, regalos, rosas el día de los enamorados y el día de la mujer, noches de disco... sin embargo, aún así te sentía distante... ahora entiendo. Tantas conclusiones no le sirven a mi cabeza, es por eso que ahora digo que te perdono.
Pero ya no seremos los de antes. A mis ojos ya no eres quien yo amaba, ese hombre del cual me enamoré, único, totalmente ajeno a las simplezas del ejemplar masculino promedio, incapaz de hacer algo que no querría que yo le haga a él. Ya no puedo confiar en ti, y si pudiera, ya no quiero, mi instinto autoprotector me recrimina el haber bajado la guardia y me pide que jamás vuelva a hacerlo. Ya no siento que pueda amarte como te amé una vez, ciegamente y sin miedo. Ya no eres especial para mí.
Este fue el fin, ese que jamás pensamos que llegaría, ese ante el cual nos creíamos inmunes. Discúlpame por seguir siendo débil, o por no ser más madura, por no ser capaz de sobrellevar esto y dejarlo atrás. Te perdono porque te amé, porque en honor a los años que tuvimos juntos nos merecemos no guardar rencores entre nosotros, pero es en honor a esos mismos años que no he podido olvidar, a pesar de haberte perdonado, porque me fallaste, porque hiciste algo que jamás hubiera esperado de ti, y porque cuando lo hiciste, esos años juntos no pesaron. En el pasado queda mi dolor y mi decepción, pero no lo que sucedió esa noche. Eventualmente lo olvidaré, estoy segura, para confiar en el amor una vez más, y para no detener mi vida ante una mala experiencia.
Gracias por los años y por las lecciones aprendidas. Hasta siempre.
1 muestras de empatía:
Me gusta tu blog, flaca. Gracias por el mensaje en Cumbiamania. Jamas me exaltaria por un buen consejo, solo respondia a los que atacan sin ton ni son.
Saludos.
J
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