domingo, 25 de octubre de 2009

Ojos abiertos


Mi primera salida sola (entiéndase: sin Adam) después de tanto tiempo. Es increíble como una puede llegar a darse cuenta de tantas cosas en una sola noche:

1. Desde la invención de la cámara digital, uno nunca tiene suficientes fotos. En los tiempos de la cámara de rollos, tener treinta y seis tomas era toda una maravilla. Treinta y seis fotos sonaba a album lleno, pero aún así había que saber escoger qué escenas fotografiar, y por supuesto, mantener el conteo, de lo contrario sucedía la típica formación para la última foto que no se puedo concretar porque oh my, ya no había rollo. En cambio ahora, todo ello ha cambiado con la camarita digital. La cantidad de fotos que puedes tomar en una noche es extendidamente proporcional a cuantos gigas de memoria tenga tu cámara. Y de ahí vienen las fotos innecesarias: cuando te estás arreglando, cuando ya te arreglaste, todos en casa antes de salir, fotos en el taxi, fotos sobria, fotos ebria, fotos que terminas rogando que borren (ese es otro beneficio, antes si salías mal en una foto pues que pena por tu cara pero eres así y así te quedas, ahora puedes fingir una pose mejor y la foto mala queda en el olvido de la papelera de reciclaje), fotos bailando, fotos posando, fotos de la hora loca, etc, etc, etc. Y si, terminada la noche, aún te queda espacio en la tarjeta de memoria, te tomarás fotos llegando a casa, fotos sin maquillaje, fotos pretendiendo dormir, fotos cuando despertaste, fotos con cara de resaca, fotos, fotos y más fotos, y todas irán a la misma carpeta el facebook con la etiqueta de "noche de juerga", obviamente, tras haber pasado por un filtro de aprobación multitudinario, osea, que todos los que salen en las fotos digan que está ok que las publiques.

2. No interesa cuánto te arregles esa noche, cuánto te esfuerces, cuánto gastes, siempre, SIEMPRE llegará alguna regia que nos va a cagar. Es increíble como algunas mujeres pueden lucir estupendas sin el mayor esfuerzo ni dedicación. Para ti, los preparativos para esa noche empiezan la mañana anterior, en que te acuerdas que tienes que entrar en el vestido como sea, así que desayunas, almuerzas y cenas ensalada de papaya, lo mismo al día siguiente. Te vas a dormir temprano pues no quieres lucir ojeras, y en la mañana te dedicas a hacerte exfoliaciones, depilaciones, hidrataciones, te llenas de mascarillas, te haces manicure, pedicure, te vas a la peluquería, te aguantas a un maricón jalándote los pelos por una hora, luego te recubres en maquillaje, perfume, joyas, te metes en el soñado vestido que a punta de hambre lograste ponerte, y te sientes como Cenicienta lista para partir. Llegas a la fiesta y se te cruza un espécimen femenino cuyo único maquillaje es su bronceado, con el pelo suelto y un vestido chiquito, que apenas huele a colonia de baño y de joyas solo tiene puesta una cuentita negra con un dije de plata. Y se le ve más regia que a ti. Qué injusta es la vida a veces.

3. Los hombres también forman alianzas y traman triquiñuelas para lidear con sus ataques de celos y anhelos de control durante esa noche que decidiste salir sola. Primero él te manda un mensaje preguntándote a dónde vas a ir y con quien(es), a lo que respondes solemnemente "A una fiesta con la gente del trabajo". Luego el ofrece en irte a dejar, y tú respondes "No gracias, ya quedé en irme con una amiga del trabajo". Luego el ofrece en irte a recoger, y tú respondes "No gracias, me vengo con una amiga del trabajo". Luego él insiste, así que le recuerdas que cuando él sale con la gente de SU TRABAJO, tú no lo marcas de esa manera, a lo que él responde sobonamente "Lo que pasa es que te extraño". Claro. Luego a mitad de fiesta, recibes un mensaje de SU MEJOR AMIGO: "Lo, si quieres te paso recogiendo, me mandas un mensaje pero al cel de Adam"... Qué tal marcación, y qué poco disimulados, al menos las mujeres le ponemos sutileza a nuestro estilo, en fin...

Fue una buena noche.

lunes, 12 de octubre de 2009

Abreme la puerta

Sentada frente al celular. No lo contesto, lo miro sonar y sonar, timbrar y timbrar, vibrar y vibrar, pero no, no contesto. Adam está afuera, en la puerta de mi casa, no ha tocado, es muy tarde, pero me está llamando para que le abra. Pero no quiero, no puedo, no me muevo. Solo miro el celular.

"Abre, estoy afuera" dice un desesperado mensaje. Lo leo con indiferencia, con cólera, con cansancio. Lo borro y me vuelvo a sentar. No, no voy a abrir, algo no me lo permite, no voy a abrir.

Hace dos horas sí contesté, hace dos horas lo oí decir "Te voy a ver", y luego esperé dos horas, revisé mis correos, contesté algunos, vi un refrito de Friends, preparé ensalada de frutas, recibí a un amigo en casa pero lo despaché rápido pues Adam iba a llegar. Y pasaron dos horas.

Ahora está afuera de mi casa, a unos metros de mi, yo con el celular en la mano, tratando de decidir si abro o no, si contesto o no, queriendo identificar lo que me inmoviliza, si es orgullo, si es hartazgo, si es cansancio, si es desamor. Oh Dios, desamor. ¿Será que ese día tan temido ha llegado?

Pero esperé dos horas, ya es tarde, él lo sabe, por eso no se atreve a tocar la puerta, ya todos en su casa deben estar durmiendo, pensará. No, estamos despiertos, también yo, pero no quiero abrir.

Pudo haberme llamado antes, pudo haberme dicho que tal cosa lo estaba retrasando, pudo haberme avisado que se iba a demorar. Pero me hizo esperar por dos horas. Tal vez si hubiera estado esperándolo en otro lugar que no fuera mi casa habría sido más considerado, tal vez me hubiera hecho esperar solo media hora. ¡Tarado!

Y el celular sigue timbrando, ya van más de diez veces, tal vez le deba abrir. Pero no, no quiero, no quiero verlo, no me apetece, quiero que se vaya.

Silencio. El celular ya no timbra más.

viernes, 9 de octubre de 2009

Dieta

Esto es lo que he estado comiendo durante el último mes y medio:

7:30 AM: Batido de yogur natural y fruta, como fresa, papaya, melón o plátano (si amanecí con hambre: "y platano").

10:30 AM: Sandwich de pan integral o pan "cero" (cero grasas, cero colesterol, cero sabor) con queso fresco sin sal.

1:30 PM: Galletas de agua y un vaso de yogur de fresa.

4:30 PM: Ensalada de verduras sin limón y con aceite de oliva, arroz blanco y pollo hervido o a la plancha sin condimentos, o atún en agua y sal.

7:30 PM: Cereal con yogur natural o sopa de pollo.

10:30 PM: Ensalada de frutas con miel o con yogur de fresa.

Y para beber: solo agua purificada o infusión de cebada, linaza y miel.

Cinco kilos menos después, debo admitir que no está tan mal. Al menos compensa el no poder ir al gimnasio. Por supuesto que el toque de sabor lo dan las dos cucharaditas de hidróxido de aluminio que debo tomar después de cada comida. Yum-yum!

domingo, 4 de octubre de 2009

Adam en Lima


Tiempo para pensar, para reflexionar, para sopesar lo bueno y lo malo, para valorar lo que se tiene, para evaluar cómo se puede cambiar lo que no se quiere, para estrategizar cómo conseguir lo que se desea. Tiempo...

Una vez leí una oración que me gustó:

“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia; viviendo un día a la vez, disfrutando un momento a la vez; aceptando las adversidades como un camino hacia la paz; pidiendo, como lo hizo Dios, en este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera; creyendo que Tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a Tu voluntad; de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz Contigo en la siguiente. Amen.”

Creo que la rezan en Alcohólicos Anónimos.