lunes, 7 de julio de 2008

Querido Dios:

Sé que piensas que no existo, porque nunca me acerco a ti ni hablo contigo, pero aquí estoy ahora, esperando que recuerdes que una vez fuimos patas, y que hubo un tiempo en que me mirabas con encanto por lo perfecta e inocente que era. Esos tiempos han quedado atrás, y mil excusas vinieron para alejarme de ti de a pocos, sin embargo hoy te necesito, y aunque crees que lo sabes todo, no, no te busco para lo que supones.

Sabes por lo que estoy pasando, y lo sabes porque muchas veces, mientras lloraba, pronuncié tu nombre. Y sé que me escuchaste. Sabes que he tratado de vivir la ilusión de satisfacerme con una amistad que solo logra recordarme lo que un día tuve, sabes que he intentado una y otra vez convencerme a mí misma de que estoy bien, sabes que me he mordido los labios en público en más de una ocasión para no soltar el llanto, y frente a él más de una vez para no besarlo. Sabes que he flaqueado en sus brazos sin querer, o tal vez queriendo, y que después de haber cerrado los ojos ante el presente, el pasado me ha jalado a la tierra de un sopetón, como si fuera yo quien no tiene derecho ahora a seguir adelante. Lo sabes, sabes todo, pero no sabes lo que te voy a pedir.

No quiero que borres el pasado, sé que es imposible, y sería inútil, pues estaría desperdiciando una oportunidad de aprender a crecer. No quiero que me hagas olvidar lo sucedido, eso también borraría lo aprendido y me pasaría el resto de mi vida tratando de averiguar qué iba en esa laguna mental que quedaría, y créeme, eventualmente sabría qué. No quiero que fulmines a nadie con un rayo, mucho menos a ella, y tampoco a él... bueno, si quieres a ella. Tampoco quiero que se le caiga el pene a nadie, perdería el chance de amenazarlo con un buen corte y divertirme con su cara de trauma. Y no, no quiero que me conviertas en una rubia tetona, estúpida y muda, dueña de una fábrica de cerveza, adicta al fútbol y al sexo experimental, que dice que sí a todo y jamás se queja, osea, la mujer ideal a la cual nunca ningún hombre pondría los cuernos (o tal vez sí... quién los entiende!).

Lo que quiero es ser fuerte. Quiero dejar de pensar que fui poco para Adam y por eso buscó a alguien diferente a mí. Quiero creerle cuando me diga que está arrepentido. Quiero confiar en que jamás... JAMÁS lo volverá a hacer. Quiero ser capaz de seguir adelante sola en caso no funcione. Quiero poder decirle que no a los pensamientos negativos cuando se acerquen. Quiero abrazar a Adam sin sentir que le estoy faltando a mis principios (estúpidos principios). Quiero que los recuerdos ya no me afecten. Quiero mirar al mundo, mi mundo, a través de tus ojos, pues solo tú sabes qué hay ahí. Quiero disfrutar sus besos como antes. Quiero perdonar y dejar todo atrás.

A cambio te prometo no hacer que mis perros esperen a que hayan cortes comerciales para darles de comer cuando tengan hambre, no burlarme de las personas que hablan chistoso, no robarme los cigarros de mi hermano... ok, ok, dejar de fumar, y no comerme dos porciones de causa en vez de solo una.

Amén.

2 muestras de empatía:

Yon Jairo dijo...

Hola, linda oración...yo tambien soy de los que piensan que dios se olvida que existo...porque no me acerco a él.
Saludos.

Anónimo dijo...

aacabo de leer tooooodo tu blog (sí pues me sobra tiempo) déjame decirte que no te rindas, sigue sola, yo he pasado por eso y esos tipos cínicos no merecen que una les dé otra oportunidad y a ti te engañó un año y medio, my god!, el tipo sí que es un cínico de lo peor.. una sobrevive y es mejor superar la experiencia mala que seguir al lado de una cosa que no vale la pena..