lunes, 21 de julio de 2008

Volviendo a cero

Ok, no resultó. A tan solo una semana de haber vuelto con Adam, las cosas tomaron color hormiga otra vez. Tal vez sea momento de aceptar la verdad y darme cuenta que en realidad ya se jodió todo. No lo sé.

Todo parecía ir super bien. Adam estaba de vacaciones, por lo tanto tenía tiempo (y lógicamente, ganas) de estar de lo más atento conmigo. Me iba a ver a la salida del trabajo (cosa que no hacía desde los tiempos en la universidad) y se quedaba a mi lado toda la tarde, conversando, bromeando, toconeando, y repitiendo una y otra vez cuánta falta le había hecho. Aparentemente las cosas se proyectaban de manera positiva.

Hasta que un viernes quedamos en ir a ver una película. Por alguna razón, el hecho de que llegara a verme cuarenta y siete minutos después de la hora acordada se vio relacionado con el que me había engañado. De alguna manera, el hacerse tarde terminó significando falta de interés y exceso de seguridad en nuestra relación, lo cual también habían sido causa de su infidelidad. La película se jodió, de nada valió que hubiera pasado meses esperándola, mi mal humor la convirtió en un bodrio y la cita se fue a la mierda.

Al día siguiente, dispuesta a no dejarme vencer por rencores, lo llamé. Pasamos la tarde juntos, y quedamos en vernos en la noche. Intentamos pasar una velada romántica en un costoso cuarto de hotel, pero nada, el tema volvió a surgir, volvimos a pelear, ambos dijimos estar hartos, ambos admitimos no poder seguir así, ambos reconocimos que todo se estaba llendo al tacho, ambos nos mandamos al carajo, y ambos nos fuimos a dormir enojados, llorosos, decepcionados, desesperanzados, impotentes, y arrechos.

Y ahí quedó todo. El domingo hablamos... perdón, peleamos por teléfono, tratamos de darnos una tregua, pero al parecer no era algo que nos fuera a satisfacer. Con los orgullos heridos, ambos esperábamos que el otro diera su brazo a torcer y fuera el primero en manifestar sus deseos de seguir adelante y olvidarnos de pleitos, pero ese mismo orgullo impidió que alguno lo hiciera y con eso murió el payaso.

Como dicen en Condorito: Plop!

1 muestras de empatía:

Reiner Díaz dijo...

Adán, hombre, no la embarres!!!

a veces el orgullo nos hace perdernos, nos venda los ojos y no solo nos perdemos sino qe perdemos
lo mas importante: el amor.

el rosa de tu bloj m dio la idea d dedicarle un post al rosado, favourite color de Lu.

stare sperando otro poste!