He decidido no pensar más. He decidido dejar de analizar todo. He optado por salvaguardar mi estabilidad mental y concentrarme en el presente. ¿Qué más da si Adam quiere proponerme matrimonio? ¿Qué más da si no quiere? ¿Qué más da si me convierto en Susy housewife en menos de un año? ¿O si al contrario, envejezco hasta llegar a ser la solitaria y solterona señora de los gatos?
El post de hoy es corto, pues no hay mucho que decir. Adam tiene algo en mente, pero ya no me romperé la cabeza por averiguar qué es. Ya no quiero saber si tiene pensado proponerme matrimonio en nuestro próximo aniversario. Ya no analizaré por qué razón prestó tanta atención a la película que vimos hoy sobre esa pareja de recién casados. Ya no pensaré en cómo será mi vestido de novia, ni a quién no invitaría a mi boda. Ya no revisaré websites con nombres de niños. Ya no fantasearé con mi supremo acto dramático plagado de llantos emotivos cuando lea mis votos ante Adam en la iglesia. Ya no practicaré mi firma con el apellido de Adam al final.
Tampoco pensaré en cómo decirle a mi jefa que me caso y no está invitada. Ni en cómo calcularé nuestros sueldos para cubrir nuestros gastos del mes. Ni en que lo más emocionante que haremos un fin de semana es invitar a unos amigos a ver películas en silencio para no despertar a los niños. No pensaré en lo cansada que me sentiré por el resto de mi vida, ni en las veces que me pelearé con Adam porque está mentalmente incapacitado para cosas tan simples como poner la ropa en su sitio y no dejar la taza del baño toda meada. No me torturaré observando a mis amigas solteras lléndose de parranda un jueves por la noche (Ladies' night) agradeciendo amablemente la invitación por teléfono, mientras doblo la ropa recién lavada, mezo al bebé para que no llore, le bajo a la cocina para que no se queme mi estofado, grito a los gemelos para que dejen de molestar a su hermana menor y contemplo a Adam entrando por la puerta, esperando que le entregue mi punani a pesar del cansancio y ajetreo.
No, está decidido, no pensaré más en nada. Así es, la vida continúa. Obladí... obladá...
1 muestras de empatía:
Hola: Gracias por el comentario. Lo tendré muy presente. Y bueno, te explico: cuando publico un comentario editado es porque quiero que esa persona se dé cuenta de qué parte he editado y sienta un poco de reparos antes de hacerlo de nuevo. Acaso es algo ingenuo, porque no sé si los nombre son los verdaderos, pero por la forma en que me han escrito luego varios faltosos, con más respeto e interés, pues me parece que funciona. Lo de cortar los debates personales es buena idea. Y bueno, me esforzaré en no caer en tonterías. Gracias por escribir. Te respondo aquí porque no tengo tu mail. Gracias. David.
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