sábado, 22 de diciembre de 2007

Ladies night

Seguro la voy a pegar de injusta y feminista con este post, y me encantará saber si me equivoco o si hay alguien por ahí que me dé la razón: las noches de mujeres son (o al menos pueden ser) totalmente inocentes, en comparación a las noches de hombres, donde la inocencia no viene al caso. Les explico mi percepción:

Antes de salir, las mujeres nos arreglamos, nos ponemos bellas, nos esforzamos por la simple y llana razón de que somos mujeres, somos vanidosas, nos gusta que nos miren y vernos bien. Pero los hombres se arreglan porque ese día esperan llamar la atención de alguna víctima en particular que caiga ante sus irresistibles encantos, su camisa arregladita y el perfume de Antonio Banderas que estrenan esa noche especial.

La consigna para la noche de mujeres es divertirse a expensas de los hombres, es más, los hombres entrarían a tallar como un molesto estorbo, en esa noche queremos probar ante nosotras mismas que no los necesitamos para pasarla bien. La consigna para la noche de hombres es buscar mujeres.

En una mesa de mujeres, las conversaciones son variadas: desde lo que llevan puesto las de la otra mesa, hasta la pequeña conversación que tuvimos con alguna de las ausentes sobre otra de las ausentes. Rajamos, hacemos bromas, chismeamos, nos contamos cosas... los temas no se agotan. Y si se acercara un hombre a invitar a bailar a alguna de nosotras... pobre de él, se llevará un rotundo NO pegado en la cara, a menos que la que invitó sea la soltera desesperada del grupo, que suele ser también la más fea, por lo cual la posibilidad de conseguir pareja de baile es aún menor. En una mesa de hombres, las conversaciones son limitadas: fútbol y el trabajo, luego no hay nada más de que hablar. Entonces entra a tallar la cerveza, que les hará más fácil agarrar el valor de apretarse las pelotas en el pantalón bien ceñido que se pusieron ese día y "scanear el panorama": ver qué chicas están buenas para invitarlas a bailar. O para hablar sobre sus tetas. O trasero, dependiendo de gustos.

El baile... claro, el baile! En una noche de mujeres, bailamos entre mujeres. Como mencioné antes, la idea es demostrar que no necesitamos a los hombres para armar un buen ambiente. Los hombres no bailan entre hombres, eso iría totalmente en contra del famoso "macho que se respeta" (gracias Sony, me has dado un motivo de burla interminable). Los hombres, para bailar, necesitan mujeres.

Cuando el alcohol empieza a hacer sus efectos, las mujeres nos volvemos querendonas, y si es noche de mujeres somos las mejores amigas de todas, nos amamos, nos queremos, nos adoramos, apreciamos nuestra amistad a muerte, y cualquier canción que suene nos encanta porque OH MY GOD, ESA ES MI CANCION FAVORITA!!!!!! Cuando a los hombres les afecta el alcohol, son los machos conquistadores que no fueron toda la noche, los bravos, los lanzas, y si están en manada es peor aún, atacan con todo, con la seguridad de que ninguna gacelita se les va a escapar ante el etílico ridículo que hacen.

Terminada la noche, las mujeres nos vamos a nuestras casas felices porque la hemos pasado bien y la consigna ha sido cumplida: no necesitamos a los hombres y hemos fortalecido los lazos femeninos que nos unen a nuestras amigas. Sin embargo ellos sólo se sentirán satisfechos si esa noche lograron "anotar".

¿A qué viene todo esto? A un mensaje de texto que recibí de Adam anoche mientras tenía mi esperado ladies night... no se explica por qué yo sí me tomo la libertad de salir con mis amigas, pero me enojo tanto cuando él sale con sus amigos. Querido Adam: noche de mujeres y noche de hombres... no es igual!

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