domingo, 21 de junio de 2009

La niña de papá

Esta es la primera foto que nos tomamos papá y yo. Hace más o menos 27 años. Según cuentan, sentadita en mi silla para comer me había echado a llorar de la nada. No tenía hambre. No tenía gases. Mi pañal no estaba sucio. No hacía calor ni frío. No era hora de la siesta. Papá vino al rescate y me cargó. Y dejé de llorar. Solo quería estar en sus brazos. Nada más.

Desde siempre, Adam ha pensado que esa foto significa el inicio de una era: la de mi engreimiento. Tu papá te arruinó para el resto de los hombres, dijo una vez entre broma y broma. ¿Será cierto? Y es que, a pesar de estar enamorada como lo estoy, no hay hombre que se compare a mi papi. Por mil y un razones: para él soy la chica más linda del planeta, siempre es tierno conmigo, me escucha cuando tengo algún problema, me ayuda cada vez que se lo pido, es gracioso, sabe cómo subirme los ánimos cuando andan algo caídos, no repara en gastos cuando ve que me hace falta algo, cada alegría mía la hace suya, lo mismo con las penas, nunca me miente, nunca me haría daño y siempre, siempre está ahí para mí. Sin que le haya importado el paso de los años, mi papá siempre ha sido mi papá, y yo siempre seré su "ñaña"... así es como siempre me ha llamado.

Contrario a lo que yo hubiera esperado (querido) nunca se ha puesto de mi lado cuando he tenido algún problema con Adam, cosa que sí hizo mi mamá, por ejemplo. Él siempre ha sido la voz de la razón. Con la típica política masculina de "analizar las cosas con la cabeza fría", muchas veces actuó de arbitro en nuestras peleas, y con eso, me salvó de cometer homicidio en más de una ocasión.

Miro a Adam y veo tanto de mi papá en él. ¿Será que busqué alguien igual? Ambos son carismáticos, amigables, trabajadores, amables, tercos, sosegados, pacifistas, pacientes, ambos me aman y se preocupan por mí. Tienen incluso costumbres tan parecidas: disfrutan de una tarde tranquila en casa, les gustan las mismas películas, hablan sobre los mismos temas, escuchan la misma música, visten sobriamente, me riñen de igual manera, se contentan con un buen almuerzo, se entretienen con un buen libro y juegan ajedrez. Tal vez Freud tenía razón después de todo.

Cuando papá conoció a Adam juro odiarlo eternamente. Pero son demasiado compatibles para llevarse mal. Ahora se resigna a pronto tener que dejarme en sus manos. Así es la vida, papá.

Jag älskar dig, pappa. Denna skrift ägnades åt dig. Du är den bästa pappa i världen. Grattis på Fars dag!

1 muestras de empatía:

Viejo.lobo dijo...

Los padres siempre están ahí cuando uno los necesita y de hecho los padres suelen ser mas árbitros que las madres que finalmente siempre toman partido (demás esta decir de quien).

Freud dijo dijo que siempre proyectabamos buscar parejas que nos recuerden a nuestros padres, pero creo que aun hay mucho por investigar ahi.

No hablo, ni escribo sueco, pero estoy seguro que tu papa estaría mas que alegre de leer esas lineas.

Nos leemos