Pero... ¿sobre qué?
Primero pensé en mi trabajo, después de todo me gusta lo que hago. Pero naaaa... probablemente a la única a quien le interese sea a mí. Y a quienes se dedican a lo mismo, que en el ciberespacio son escasos. Luego pensé en un blog familiar, pero no, qué aburrido y cursi. Hasta se me ocurrió un blog sobre música, pero la verdad no soy tan adicta como para dedicarle toda una web. Si iba a abrir un blog, debía ser algo bueno, que atrajera a la gente, algo que les provocara leer, seguir, comentar, recomendar, compartir, algo con lo cual todos se sintieran identificados. Entonces pensé en ese mal común que todos desean sufrir.
Hace exactamente un año era un día aburrido. No tenía nada que hacer, pero estaba feliz. Estaba contenta. Miraba mi vida desde una simple perspectiva y creía tener todo lo que necesitaba: amor. Al menos eso dijo John Lennon. Ese, ese era el tema.
Hace exactamente un año me sentía experta en la materia. Con una relación de casi nueve años, con altos y bajos pero de pie al final, con buenas y malas, y todo tipo de situaciones por contar. Aún creía en el "por siempre y para siempre". Aún creía en el "eternamente". Ciega yo.
Había que planear todo. Primero, una plantilla. Rosada, asquerosamente cursi, diseñada por Giselle Jaquenod, perfecta para el tema. Con fotografías en blanco y negro, y tal vez algún difuminado toque de color, como quien dice "no todo es color de rosa". Luego vino la cuestión identidad. Anónima, inventada, con nombres no reales que me permitieran explayarme a mis anchas sin el temor de que algún conocido olfateara mis trapos sucios a lo lejos. Finalmente, los primeros golpes de tecleado.
Hace exactamente un año escribí mi primer post. Y se sintió rico. Como ese pastel, que hoy me comí junto a Adam sin que él lo sepa.