Casi 20 días después y todo sigue igual. Altos y bajos, bajos y altos. Días excelentes, llenos de besos, amor y romance. Días de perros, peleas, espalda con espalda, brazos cruzados. He identificado que muchas veces el problema soy yo.
Ya sé que viene. Tonta, te has dejado lavar el cerebro, lo has dejado convencerte de que eres la culpable, él te hizo daño, déjalo, déjalo, DÉJALO!!! es un peligro para ti. Pero ya saben que no soy de escuchar consejos ni opiniones, ya saben lo que pienso al respecto: no todos los consejos se aplican a todos los casos, por más genéricos que sean, por más bien intencionados, cada pareja es un caso, y para dar un consejo acertado habría que conocer todos los factores implicados... a veces ni los mismos involucrados los conocen. Nadie conoce la verdad con respecto a nada.
En fin, esta fue la situación: Adam y yo decidimos reducir nuestra frecuencia de visitas. Ahora solo nos vemos los fines de semana. La de la idea fui yo, quería que me extrañara, que sintiera un poquito mi ausencia y que cuando finalmente estuviéramos juntos, realmente quisiera estar ahí. Yo también quería extrañarlo, pues la verdad estaba empezando a sentir que me estorbaba un poquito. Fea palabra, pero así es. Y bueno, así lo hicimos por dos semanas, de lunes a viernes solteros totales, y sábados y domingos dos pindongos enamorados. Este sábado optamos por una escapada íntimo-romántica.
La verdad sentía estar con un extraño, con alguien desconocido, y la sensación me gustó. Buen cambio, pensé, y sin tener que caer en pecaminosas infidelidades. Fue rico sentir ese algo nuevo después de tantos años (Dios, sueno a vieja). Pero he aquí el detalle que me recordó que era Adam quien estaba conmigo en esa cama: pasada la "cuestión" se durmió.
Y empecé a divagar. De nuevo lo mismo, lo de siempre, en vez de aprovechar el tiempo que está pasando conmigo ahora prefiere dormir, qué le cuesta hacer el sacrificio, tampoco es que quiera bum-bang toda la noche, pero al menos que se quede despierto, conversando o qué se yo. Me sentí harta, me sentí cansada de pasar siempre por eso, de siempre tener alguna queja en su contra, de no poder estar satisfecha, sentirme satisfecha, de siempre estar enojada. Tuve un bitch fit.
Desperté a Adam. Él ya sabía lo que se venía y jugó su carta de "te escucho, pero no te escucho". Detesto eso. Me frustré, me eché a llorar, le reclamé no poder llegar a él, no poder hacerle entender que esperaba otra cosa, todo tenía mucho sentido en mi cabeza pero no en la de él. Intentó calmarme fallidamente, la noche terminó horrible, y yo casi-casi termino con él.
Al día siguiente desperté con los ojos hinchados en mi cama (sí, una vez más) y pensando... ¿Todo eso porque Adam se durmió a mi lado?
Es oficial, sigo siendo una drama queen. Tantos años y no he cambiado, que joda.