En el mundo hay más de 6,774 millones de personas. Estamos hablando de 6,774 millones de personalidades distintas, esencias únicas, individuos irrepetibles, características inigualables. Asumiendo el imposible de que esta población mundial esté repartida en 50% hombres y 50% mujeres, todos heterosexuales, estamos hablando de un aproximado de 3,387 millones de parejas con dinámicas propias y separadas del resto, puesto que cada una está conformada por un hombre y una mujer distintos a los demás. Por lo tanto, si cada pareja tiene su propia dinámica, entonces cada pareja tiene sus propias reglas. Lo que funciona para unos, puede no funcionar para otros. Para explicar mi punto, me voy a los polos.
Por un lado tenemos a la típica pareja contemporánea; ella es fiel, él es fiel, se entregan el uno al otro de manera exclusiva, y el solo hecho de pensar en otras personas les parece repulsivo, condenable, imperdonable... la infidelidad no es una opción; él jamás miraría a otra, ni ella a otro... tan siquiera pensar en eso los hace sentir cochinos y malvados, ni en pensamiento se atreverían a herir al ser amado de tal manera. Y por otro lado tenemos a los swingers; disfrutan viéndose el uno al otro en arrumacos con un tercero, la noción del sexo que poseen está completamente separada del amor, y no creen en políticas exclusivistas, al contrario, la idea que tienen de "querer lo mejor para el otro" se ha visto extendida con "incluso si lo mejor no soy yo".
Luego tenemos a otra pareja de las que hay por ahí; se llaman entre sí "amorcito", "puki", "muñecote", "bomboncito"... cuando ella se enoja, él le trae flores y chocolates, y se arrodilla pidiéndole perdón; cuando él se enoja, ella le prepara su cena favorita y lo espera con la mesa servida, mientras sostiene una copita de vino parada en la puerta de la casa, esperando a que él llegue... hacer el amor es todo un ritual para ellos: él esparce pétalos de rosa sobre la cama, ella prende velas, ambos se acicalan y perfuman hasta borrar toda evidencia de olor humano de sus cuerpos... ¡y ay si alguno le levantara la voz al otro! un silencio incómodo invadiría la casa por semanas. En la otra esquina tenemos a nuestros aficionados al S&M; para ellos el sexo es guerra, sudor, cadenas, vendajes, latigos e insultos... ella quema sus camisas a propósito, para que él le reclame, para que él la tome por las muñecas y la grite, la samaquee, la tumbe en la cama, la amarre a ella y la haga suya... él recorre la casa buscando imperfecciones, y luego le pregunta quién es el jefe, le exige que diga por favor, que pida perdón, que le implore, que le diga que no hay hombre más viril que él.
Y finalmente, aquella pareja que esperó y esperó... ella tenía fuertes creencias al respecto, así que le pidió a él que espere, y él esperó... y esperó... y esperó... el día que se casaron, él ya tenía las pelotas a punto de reventar, pero se sentía orgulloso de haber sabido cumplir con lo que ella le había pedido, y de poder tomar a su esposa en la cama con todas las de la ley... ella, por su lado, se sintió más virginal que nunca llegando al altar vestida de un digno blanco, y pensando pícaramente que su noche de bodas sería inolvidable mientras aún estaba en misa. Su contraparte: Adam y yo... ¿esperar? ¡nada! nuestra primera vez fue cuando teníamos poco menos de dos meses de relación, a los 17 años... total, hay más que esperar de un matrimonio que sexo.
Repito: cada pareja tiene sus reglas. Cada pareja tiene su propia dinámica, su propia manera de funcionar. Lo que pasó con una pareja no necesariamente va a pasar con otra, así que ¿sirve de algo dar consejos del tipo "a mí me pasó"? No. Al menos conmigo, no.
Los expertos hablan una y otra vez: "yo estuve en una relación larga y ahora estamos felizmente casados", "yo estaba por casarme con mi novio de años pero me separé y me casé con otro", "la amiga de una amiga de la prima de mi vecina estuvo muchos años con el mismo chico y luego se enteró que era gay", "mis papás se casaron a los dos meses de haberse conocido y ahora se van a divorciar"... casos hay miles, parejas hay miles, consejos hay miles. Nadie es el gurú en estos casos, la única regla es que no hay reglas, y el requisito para que una pareja funcione bien es solo uno: sincronía.