domingo, 17 de mayo de 2009

Madre primeriza

Tengo dos perritas que adoro. Blue y Muffin. Ambas con historias que pudieron ser muy tristes de no ser por la intervención divina que las hizo llegar a mis manos.

Blue es hija de un padre callejero y una madre con pedigree. La abuelita de Blue, osea, la dueña de su mamá, no quería crías chuscas en su casa. Así que las regaló a quien quisiera llevárselas. Pero nadie quería a la pobre Blue, y su abuela ya estaba considerando llevarla a dar una larga visita al río metida en un saco de papas. Cuando nos enteramos, salimos al rescate y nos la llevamos a casa.

Muffin nació en la calle, al costado de un taller mecánico. Su mamá era una perrita flaquísima y sarnosa, que se alimentaba de lo poco que encontraba en los basurales, y apenas podía cuidar a su camada. Un día recibí una llamada de un tío, quien solía llevar su auto al taller cercano a la guarida de Muffin; uno de los cachorritos había muerto atropellado por un taxi, y los otros yacían llorando al costado de su mamá, convaleciendo de hambre. Corrimos al lugar que nos indicaron, sedamos a la mamá para que muriera sin dolor y llevamos a los perritos a un albergue de animales. Todos estaban muy maltrechos, pero la peor era Muffin; las pulgas la habían succionado casi por completo, estaba anémica, y apenas se podía mover. Después de dos largos días de rehabilitación, pudimos lograr que se salvara. Al ver esa tierna colita moviéndose mientras caminaba hacia a mí, decidí llevármela a casa y presentársela a Blue. Se hicieron amigas de inmediato.

Hace dos días se enfermó Blue. Vomitó temprano en la mañana y no quizo comer el resto del día. Se la pasó echada en su cama, ante los ojos preocupados de Muffin, quien cayó esa misma noche tras vomitar su cena. No tienen nada malo, decía Adam, tal vez comieron algo que les cayó mal. Yo me moría de nervios y esa noche no dormí. Preocupada por mis bebés, me la pasé en vela vigilante, atendiendo a que no les pasara nada, ninguna arcada, ni vómito ni nada.

A la mañana siguiente parecía estar todo bien, pero en la tarde Muffin volvió a vomitar. Llévalas al parque y déjalas morder un par de hojas, decía Adam, los perros saben purgarse solos. Pero ninguna de las dos se quería mover. Ese ataque entusiasta y abrumador que suelen tener cuando me ven agarrar sus correas para salir estuvo ausente ese día, y fue preocupante. Algo pasa, me las llevo al veterinario.

No tienen nada, dijo el doc. Tal vez les cayó mal la comida. Pero doctor, ellas solo comen alimento para perros. Debe ser una indigestión, entonces, dijo tranquilo, dales un poco de yerbabuena, con eso se les pasa, y no las fuerces a comer. Regresé a casa enojadísima por no haber encontrado una respuesta a la cara de muerto de mis dos bebés. Esa noche tampoco dormí. Blue vomitó, y Muffin se la pasó con náuseas. Me agarró un ataque de llanto. Se mueren mis perritas, pensé, pero Adam me miraba con cara serena. Déjalas, van a estar bien, eso le pasa a los perros a veces.

A la mañana siguiente, Blue y Muffin estaban como nuevas. Comieron, jugaron, fastidiaron al gato, salieron a pasear, etc, todo lo que un perro normal hace. Ya entrada la tarde, aliviada y convencida de que ya estaban bien, me senté apaciblemente con ellas en el patio de la casa. Adam se acercó con una de mis zapatillas totalmente mordisqueada. Mientras la examinaba, escuché a Muffin vomitar por última vez: un pedazo de agujeta.
En la foto: Blue y Muffin.

3 muestras de empatía:

natnutter dijo...

ahh kee lindos perros y de ke vida los has salvado !
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mi perrito se murio hace un año, en el dia de la madre alucina =$ y se sientee horrible ! u,u
espero ke eso no te pase ! (:
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cuidate saludos (: !

cepa27 dijo...

JAJA SUELE PASAR, SI ESO NOS PASA CON NUESTRA MASCOTA IMAGINA CON UN HIJO :o JAJA LO BUENO ESK YA ESTAN BIEN

SALUDOS LO

matìas dijo...

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