viernes, 8 de mayo de 2009

Casa para dos

Adam y yo nos hemos embarcado en un nuevo proyecto: empezar a construir la que será nuestra futura casa. Cómo se nos ocurrió, aún no lo sé. Recuerdo que luego de nuestra tragedia más reciente, ambos nos quedamos con ese sinsabor de no haber podido vivir a plenitud lo que hubiera sido la llegada de un hijo. Entonces hablamos de ya querer tener uno. Pero primero había que recuperarse, porque tu útero ha quedado débil, Lo, recuerda lo que digo el doctor. Así que teníamos que esperar. ¿Qué hacemos mientras esperamos? Pues lo de ley, casarnos. Pero para eso falta mucho, hay mucho que planear, muchas cosas que hacer antes, además cuando yo pida tu mano, Lo, quiero que sea una sorpresa para ti, así ya sepas que lo voy a hacer. Entonces hagamos algo más práctico con el tiempo que tenemos... seamos productivos, construyamos una casa.

Volvamos a las bases: años atrás, antes de los tiempos de Adam y de cualquier otro muchacho en mi vida, antes de que tan siquiera me viniera la regla o me crecieran las bubis, papá hizo una gran compra. Habían terrenos en venta, en una zona aún no urbanizada, alejada totalmente de lo que era Piura en sí. Los terrenos estaban demasiado baratos para ser verdad, y a papá le estaba sobrando un poco de plata. Así que compró dos; uno para mí y otro para mi hermano Fer. El paquetazo de Alan García en 1988, que destruyó la economía de muchos, permitió a papá pagar ambos terrenos en menos de un año. Y así, con tres propiedades en mano, papá pudo relajarse pensando que ya tenía una casa donde envejecer y dos terrenos que heredar a sus dos hijos.

Años después, Adam mencionó la palabra "matrimonio" en una reunión familiar. Y papá pensó: construcción. Escogió uno de los terrenos, los cuales ya estaban rodeados de casas pequeñas y verdes parques, y mandó a edificar parte de un primer piso, el cual luego pondría a mi nombre. Luego la palabrita en mención dejó de sonar, no importa, Lo, igual esa casa es para ti.

Ahora la palabra bebé nos sigue rondando las cabezas. Y la palabra matrimonio también. Así que Adam habló con papá; la cosa va en serio. Ya empezó el trámite: contratar un arquitecto, tramitar licencia de construcción, solicitar un préstamo al banco. Me caso. Con casa y todo.

Dato curioso: Adam aún no me "sorprende".

2 muestras de empatía:

Reiner Díaz dijo...

Eso me parece correcto y posmoderno:
si te casas
debe haber una casa
y luego
todo lo demás


un abrazo.

Anónimo dijo...

Ohhhhhhhhhhhhhh! Al fin nuevas... o no tan nuevas...
Reuerdo que el año pasado empecé a seguirte porque despedías unos comentarios increíbles con los que me sentía identificada. Sin embargo tuve curiosidad de lo que habías vivido antes con Adam porqwue siempre mencionabas esos tiempos buenos. Y entonces supe que vivieron tiempos muy lindos, que bueno, luego se vinieron abajo.
Hace unos días que leí este nuevo post, he visto con alegria que estás viviendo de nuevo momentos buenos.
Te mando un saludo muy afectuoso, aunque no nos conozcamos.
Cuídate mucho!

Janet